Las luchas necesitan contenidos que ayuden a difundirlas y visibilizarlas. Y hoy no basta con tener razón para movilizar. Es necesario explicar. Convencer. En nuestra cultura económica, social y mediática, la difusión informativa con calidad técnica nos acompaña desde hace décadas. Como herramienta de persuasión es muy poderosa y eso lo saben quienes detentan el poder. Cualquier poder, ya sea político, económico, mediático o corporativo. Nos preguntamos, ¿cuales son las consecuencias de no difundir o de hacerlo de forma defectuosa?. La respuesta es clara: la invisibilidad y con ello la pérdida de influencia y poder movilizador. Pero los recursos de nuestros movimientos sociales distan años luz de los de las corporaciones o de las instituciones. Pero aún así hay que intentarlo.
Recordemos «la fábula del colibrí»:
Aquel día hubo un gran incendio en la selva.
Todos los animales huían despavoridos. En mitad de la confusión, un pequeño colibrí empezó a volar en dirección contraria a todos los demás. Los leones, las jirafas, los elefantes… todos miraban al colibrí asombrados, pensando qué demonios hacía yendo hacia el fuego.
Hasta que uno de los animales, por fín, le preguntó:
– “¿Dónde vas? ¿Estás loco? Tenemos que huir del fuego”.
El colibrí le contestó:
– “En medio de la selva hay un lago, recojo un poco de agua con mi pico y ayudo a apagar el incendio”.
Asombrado, el otro animal sólo pudo decirle
– “Estás loco, no va a servir para nada. Tú solo no podrás apagarlo”..
Y el colibrí, seguro de sí mismo, respondió:
– “Es posible, pero yo cumplo con mi parte.”
Si una parte de la población dispone del ánimo suficiente para hacer su parte (como el colibrí), los mensajes sociales acabarán moldeando la opinión individual y colectiva de países y conjunto de países, es decir, conseguirá modificar muchas de las decisiones de grandes masas de población, aunque los grandes conglomerados mediáticos vayan en otra dirección.
La información es la herramienta mimada de las grandes corporaciones y partidos políticos. Y eso es por algo: es útil. Nosotros, los colibrís, queremos ayudar a cubrir esa utilidad aportando nuestra gotita de información alternativa al colectivo social y hay que buscar fórmulas para hacerlo en equipo y de forma organizada. La octavilla y el boletín ya tuvieron su protagonismo, pero la potencia y el uso de los actuales dispositivos cotidianos como teléfonos, tabletas u ordenadores conectados en red son una oportunidad para el uso de video-mensajes destinados a difundir e informar. De nosotros depende hacerlo con calidad, rigor y creatividad, o sea, con eficacia.